¿Qué tipo de sonido emiten los peces? Algunos de ellos pueden ser muy escandalosos(🎥)

Aunque no tienen cuerdas vocales, muchos peces emiten sonidos, ya sea para comunicarse o advertir un peligro. Los científicos llevan años estudiándolos, y han descubierto casos sorprendentes.

Cuando pensamos en sonidos de la vida salvaje identificamos perfectamente el barrito de un elefante, el croar de una rana o el piar de un ave… pero ¿qué sonido hacen los peces? De hecho, ¿los peces emiten sonido alguno más allá del provocado por las burbujas?

Puede que la comunicación de estos animales marinos no esté tan estudiada como la de los terrestres, pero eso no significa que el mundo de la ictiología sea un universo mudo. «Desde hace mucho tiempo, las personas que interactúan con el medio subacuático reconocen a los peces soníferos, como lo demuestran nombres comunes, en inglés (croakers o drums)», explica a National Geographic a través del correo electrónico Audrey Lobby, doctoranda de la Universidad de Florida y codirector del proyecto FishSounds.net, una base de datos online que recopila los sonidos emitidos por cientos de especies de peces. 

No en vano, en su Historia de los animales Aristóteles ya escribió que “los peces no pueden producir voz alguna, pues no tienen pulmones, ni tráquea, ni faringe. Aun así, emiten ciertos sonidos inarticulados como chirridos, que es lo que llamamos «voz»). […] La voz aparente de todos los peces es, en realidad, un sonido causado por el movimiento de fricción de sus branquias, que, por cierto, son espinosas, y en otros casos por partes internas alrededor del vientre, así como por el roce y el movimiento”. 

El filósofo griego no iba muy desencaminado. Algunos peces cuentan con unas estructuras óseas adaptadas que, al frotar o chasquear, emiten ondas sonoras, mientras que otros incluso usan la vejiga natatoria como de un tambor se tratase. A diferencia de muchos animales terrestres, como los citados arriba, no existe un nombre para definir estos sonidos, muchos de los cuales son producidos de forma totalmente involuntaria, lo que no significa que no sean útiles.

¿Para qué querrían los peces emitir sonidos debajo del agua? Según las investigaciones científicas llevadas a cabo hasta la fecha, estos animales marinos podrían ayudarse de estos registros sonoros para transmitir todo tipo de información sobre sus hábitos biológicos, como puede ser la reproducción, la delimitación del terreno o la alimentación. Además, como el sonido viaja más rápido debajo del agua que en el aire, pueden oír señales a mayores distancias y más rápido de lo que podrían hacerlo a través de la vista, el olfato o el gusto. 

«Los sonidos de los peces tienen ventajas únicas como señal sensorial bajo el agua. Las señales acústicas suelen viajar más lejos y su propagación no depende de la claridad del agua ni de los niveles de luz -como sucede con las señales visuales- ni del movimiento del agua, como pasa con las señales químicas. Por lo tanto, tiene sentido que muchas especies hayan desarrollado la capacidad de utilizar sonidos para comunicarse u obtener información sobre su entorno, de forma similar a la gran variedad de otros grupos de animales como las aves, las ranas o los mamíferos marinos», incide Lobby. 

EL RUIDO HUMANO CONTAMINA LOS OCÉANOS

Conocer todos estos sonidos es una condición necesaria no solo para ahondar en los hábitos biológicos de estos animales, sino también para determinar estrategias de conservación eficientes. Saber cómo se reproduce una especie puede determinar si sus hábitos pueden quedar comprometidos como consecuencia de la contaminación acústica provocada por el paso de grandes embarcaciones.

Por ejemplo, se sabe que el bacalao del Atlántico (Gadus morhua), las corvinas (Sciaenidae) y los meros (Serranidae) utilizan los sonidos para reunirse en grandes bancos y coordinar las actividades de desove. Cualquier alteración acústica podría dar al traste con su estrategia reproductiva. Los biólogos marinos llevan tiempo preocupados por los efectos de esa contaminación de origen humano. Por ejemplo, una revisión de estudios publicada en 2021 en la revista Science concluyó que más del 90% de las investigaciones habían encontrado indicios de contaminación acústicas provocadas por el ruido de los buques, los sonares y los dispositivos acústicos de disuasión (también llamados pingers, usados para alejar a los cetáceos de las áreas de pesca). 

«Del mismo modo que se estudia el canto de los pájaros, el análisis de los sonidos de los peces ha revelado su importancia para diversas funciones ecológicas -sostiene Lobby-. Por ejemplo, la atracción de parejas reproductoras, la coordinación de los cardúmenes o la defensa territorial». Y no solo eso, según la experta, otras criaturas también son capaces de escuchar los sonidos de los peces para encontrar presas, evitar a los depredadores o localizar los hábitats adecuados. «Los humanos también podemos analizar esos sonidos para detectar especies invasoras,  identificar el hábitat de desove para la gestión de la pesca y la acuicultura comercial, entre otras aplicaciones». 

El ruido antropogénico o la contaminación acústica, explica la experta ictióloga, pueden afectar a diversos organismos marinos de distintas maneras. Por ejemplo, podría dificultar a encontrar presas o esconderse del peligro. «Sería como intentar mantener una conversación en medio del estruendo de un concierto de rock», advierte. La explosión antropogénica del ruido puede provocar además efectos fisiológicos y de comportamiento, que van desde el aumento del ocultamiento, la disminución de la reproducción,  el aumento del estrés, e incluso la muerte, en los casos más extremos», concluye. 

UNA BASE DE DATOS DE SONIDOS DE PECES 

Sin embargo, a pesar de que la comunidad científica conoce a la perfección la importancia de los sonidos de los peces y las amenazas de origen antropogénico a las que se enfrentan estos animales, la bioacústica ictiológica es un campo muy difícil de llevar a cabo debido a la inexistencia de inventario exhaustivo y fácilmente accesible de las especies productoras de sonidos, algo que sí existe en otros taxones. 

Órganos y estructuras adaptadas al rudio
PNAS

Los científicos creen estos pequeños peces logran ‘gritar tanto’ gracias a la ayuda de tres componentes:  Un cartílago que golpea una membrana como si fueres un tambor, una costilla especializada (arriba,, izquierda y derecha)  y un músculo resistente a la fatiga (imágenes central e inferior).  

Sabemos que hay peces que emiten sonidos, pero, ¿cuántos son exactamente? Para responder a esta pregunta, un equipo de ictiólogos se planteó hace años crear un inventario partiendo de una extensa base de datos. Analizaron unas 3.000 publicaciones potencialmente relevantes de más de 60 países escritas en 11 idiomas y recopilaron información sobre la producción de sonidos de peces de más de 800 de ellas. Encontraron más de 800 referencias de peces soníferos en estudios realizados entre 1874-2020, y determinaron que 989 especies correspondientes a 133 familias y 33 órdenes han demostrado producir sonidos intencionales.

¿Y eso es mucho o es poco? Difícil saberlo. Por un lado, se especula que existen más de 34.000 especies en todo el mundo que tienen esta capacidad. Los mismos investigadores también aclaran que aún falta analizar un 96% de la ictiofauna marina, una tarea nada fácil de llevar a cabo.

Por ello, los científicos planean ampliar considerablemente la oferta de datos y funcionalidades, incluyendo la actualización periódica de la base de datos para incluir nuevos estudios y grabaciones, como, por ejemplo, un envío de formularias para cargar archivos de audio de sonidos de peces, o búsquedas interactivas que permitan visualizar las tendencias de los datos.

De momento han colgado toda la información disponible en una base de datos online llamada Fish Sounds que incluye los sonidos de cada especie, un documento que, además de despertar la curiosidad de los internautas, persigue facilitar la labor de futuros investigadores.  

UN PEZ DIMINUTO CAPAZ DE EMITIR MUCHO, MUCHO RUIDO 

Imaginar un pez ruidoso es una tarea muy complicada para la mayoría de los mortales, pero habría que recordar que algunas especies pueden ser realmente estridentes. Daniodela cerebrum es un pez de pequeño tamaño (solo mide unos 12 milímetros) de longitud que habita en las aguas turbias y profundas de arroyos de Myanmar.

Un equipo científico se propuso recientemente indagar sobre una extraña habilidad que sorprendentemente tenía este extraño pececillo: la de producir sonidos muy intensos. De hecho, es el pez más ruidoso documentado en relación con su tamaño, según un estudio publicado recientemente en el que se ha descubierto que puede emitir un sonido ensordecedor para el ser humano de más de 140 decibelios, comparable al que produce un motor a reacción durante el despegue a una distancia de unos 100 metros, argumentan los autores de la investigación.

Para realizar el estudio, los científicos combinaron vídeos de alta velocidad, tomografías computarizadas, análisis de expresión genética y cálculos de diferencias finitas. Cuando observaron los resultados, dedujeron que los machos de esta especie poseen un aparato fonador compuesto por tres componentes: un cartílago que golpea una membrana como si fuese un tambor, una costilla especializada y un músculo resistente a la fatiga. Combinando esos tres elementos, este pez es capaz generar un movimiento reverberante que produce unos sonidos realmente intensos.

«Suponemos que la competencia entre los machos en este entorno visualmente restrictivo contribuyó al desarrollo de un mecanismo especial de comunicación acústica», afirma el doctor Ralf Britz, zoológoco de la Colección de Historia Natural Senckenberg en Dresde y autor principal del estudio. Se sabe que los peces grandes se comen a los pequeños, pero estos últimos atacan con un arma extraordinaria: su capacidad para convertirse en unas criaturas escandalosas. Una respuesta nada desdeñable, no solo para los peces.  

fuente / nationalgeographic.es

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